El antiguo Palacio de Ustáriz (también denominado de Villagonzalo) situado en el número 25 de la Calle de San Mateo, tenía un jardín que en el vigente Plan General de Ordanación Urbana contaba con el máximo grado de protección. El jardín, a mediados de los 90, ya presentaba síntomas de llevar demasiados años deteriorándose. Contaba con vegetación catalogada como singular (Cedrus deodara; Yuccas), con vegetación arbórea relevante (Aesculus hippocastanum), con setos (Cupressus s.sp.), con cubierta vegetal (Hedera helio) y con otro tipo de vegetación (Hedera helio).
El PGOU señala que “se debe integrar visualmente el jardín con la vía pública, mediante la demolición de la tapia y su sustitución por una verja adecuada a la categoría del edificio. Se respetarán las especies vegetales de interés. Se permite a construcción de aparcamiento bajo la parte no arbolada del jardín, respetando las distancias necesarias para la conservación de las especies arbóreas existentes, con acceso mediante montacoches.”
Desde mediados de los 90 los jardines del palacio del XVIII han sufrido una destrucción sistemática a pesar de las reiteradas denuncias por parte de los vecinos de la zona. Por ejemplo, a finales de 2003, ante la solicitud de una vecina, el Departamento de Jardines Históricos y Espacios Singulares envió un informe sobre el estado del arbolado. El documento está firmado por Santiago Romero Gerboles, por entonces Director de Servicios de Parques y Jardines. El informe señala que hay que realizar varios apeos, transplantar el almez (Celtis australis), limpiar las ramas secas de la Yucca (señala que está en muy buen estado), hay que sustituir el seto de lilos (que estaba muy envejecido) y efectuar una limpieza general de las ramas de los árboles. El Ayuntamiento no hizo lo suficiente, o quizás no hizo nada, para que las actuaciones recogidas en el informe se realizasen. Al contrario, desde entonces el jardín se deterioró a mayor velocidad. Desde que se presenta ese informe en 2003 hasta finales del 2006, se elimina casi toda la vegetación del jardín, quedando como únicos supervivientes la yucca y los árboles que lindaban con las antiguas caballerizas (que poco después serían demolidas) ¿Por qué destruir el patrimonio de todos no tiene consecuencias en Madrid?
Hasta hace pocas semanas asomaban por encima de la tapia el pequeño conjunto de árboles supervivientes. Hace unos días han talado todos menos uno. Y ahora, aparece una nota en la puerta de la calle Beneficencia en donde se puede leer que se están haciendo “trabajos previos y cimentación profunda para aparcamiento de nueva planta”.
A finales del pasado año se publicó que el edificio había sido vendido a una sociedad controlada por uno de los hijos de Emilio Botín. Parece que se han dado prisa en comenzar las obras por lo que pueda pasar después de las próximas elecciones. Quizás entonces los equipos del Ayuntamiento y de la Comunidad decidan no mirar para otro lado cuando se trata de cuidar del patrimonio histórico y artístico de los madrileños.
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